Sunday, October 7, 2007

Segundo Rosero: el Romancero de América Latina y el Mundo


Nació en el pequeño pueblo de Pimampiro, en Ecuador, un país de cóndores y delfines. Es el resumen de sus mayores: músicos populares que cantaban en el tiempo en que los medios de comunicación no imponían los gustos. Escuchó los pasillos de los ecuatorianos Julio Jaramillo y Olimpo Cárdenas, que tuvieron que irse de un país que expulsa a sus hijos. Amó el pasillo, esa música que no es triste sino que tiene melancolía: habla de pañuelos en despedida y amores trágicos. Entendió que el bolero iba a durar más de los 100 años que tiene y bajó al Valle del Chota, donde los músicos negros hacen himnos populares de celebración de la vida.

Segundo Rosero viajó con los saberes de su tierra hasta la Costa: un deslumbrante mundo que le enseñó que era posible fundir las melodías hasta encontrar un puente donde estuvieran todos. Julio Jaramillo había encontrado ese puente entre la vieja tradición musical ecuatoriana -llena de poesía deslumbrante y melodías académicas- y los cantares que requería un país en permanente construcción.

Segundo Rosero sabe que la tarea de un músico popular está en transmitir la sensibilidad de una época, esa que entrega como don a los músicos para que la difundan con respeto. Eso piensa cada ocasión que se encuentra con su gente y con las nuevas que vendrán para llorar y reír como si el tiempo no se acabara nunca, como si la memoria de esta América Mestiza, en el sentido cultural, hermanara a sus pueblos ante la celebración de la Música.

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